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Autoridad parental: ¿Dictadura o descontrol?

A veces vemos mal el tema de la autoridad porque nos suena a tiranía, a cárcel, a imponerse; hay quienes piensan en autoridad y de inmediato surge la palabra “rebelarse”, pero la autoridad no tiene por qué verse así, además hay que aceptarlo es fundamental dentro de todas las familias, sino ¿Cómo lograrían los padres que los niños se vayan a dormir a tiempo y tener un espacio para ellos?


La autoridad es inherente a la familia y su ejercicio permite ciertas funciones como el desarrollo de conocimientos y habilidades, el mantener a todos los miembros de la familia con salud física, el desarrollo de valores y de habilidades que permiten a los hijos convertirse en adultos económicamente independientes. Por medio de ejercer esta autoridad es que los niños aprenden que no deben decir mentiras, que deben comerse todas sus verduras o incluso aprenden a negociar y a respetar los límites ajenos.


La autoridad es el derecho de procurar obediencia para que las cosas se hagan; Poder es la capacidad demostrada de lograr obediencia.


Esta autoridad suele venir de una jerarquía y suele estar depositada en los padres. Usualmente ellos son quienes tienen el poder para ejercerla y hacer que los hijos cumplan las normas de la casa. Esto viene principalmente de un fenómeno cultural, pero también tiene que ver con los conocimientos y habilidades más desarrollados de los padres comparados con los hijos, de la posibilidad de otorgar recompensas o castigos e incluso de características propias de la personalidad, donde para algunos padres es más sencillo mantener una voz firme y hacerse escuchar.


Esta situación es la ideal, sin embargo, en algunas ocasiones el poder puede estar en algún otro familiar en el caso de vivir con familia extendida (abuelos, tíos…) y en el peor de los casos, este poder está delegado en los hijos. Lo cual llega a ser gravísimo ya que los niños no tienen la madurez ni la capacidad para enfrentarse a estas responsabilidades. También puede pasar que en el inicio la autoridad sí esta depositada en los padres pero que no son consistentes, es decir unas veces si cumplen los castigos y otras no, o la típica situación en que uno de los padres tiene todo el poder y demerita al otro padre, por ejemplo al hablar mal con los hijos, de él y de lo que puede hacer, logrando que finalmente estos dejen de respetarlo. En los casos en que algún familiar ayuda a cuidar a los niños una parte del día, es importante que los padres les cedan cierta autoridad, siempre acompañada de un diálogo y establecimiento de límites claros y que puedan recuperarla una vez que estén ellos a cargo de los hijos.


Para que la familia funcione adecuadamente es necesario que exista una autoridad bien delimitada, que los padres sepan ejercerla y que trabajen como un equipo, apoyándose mutuamente. Sin culpas y sin miedos, a veces la mejor forma de demostrarles a los hijos que se les ama y se puede cuidar de ellos es ejerciendo una autoridad eficaz.




Finalmente les quiero hablar de las formas de ejercer la autoridad, y aquí aplica el famosísimo refrán: “Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”, (sí, así de coloquial) porque es tan dañino ser unos padres muy inflexibles y que presionen a los niños, como estar en el otro lado donde los pequeños puedan hacer lo que quieran por un temor a regañarlos. Hay que tener en cuenta que nadie nace sabiendo ser padre, pero es verdad que muchos de nuestros modelos los aprendemos de nuestros padres, de lo que nos gusto y no nos gusto de ellos y de ideas preconcebidas en la sociedad. Vale la pena dar una revisada a que tan efectivo es lo que hacemos como padres y en caso de ser necesario, modificarlo.


Encontramos 4 estilos básicos de ejercer el poder.


-Autoritario:

Aquí entran los padres que quieren controlar completamente la conducta de los niños, que los quieren tener sentaditos y sin moverse, o que cumplan con las actividades que ellos quieren y de la forma exacta en que la quieren. (Completamente abrumador). Es el tipo de padres que tienen a los castigos, amenazas e incluso llegan al uso de fuerza. Es una forma de ser tan rígida que lleva a los niños a dos vertientes, una que se vuelvan dóciles y dependientes de los padres (¡por miedo claro!) o que se vuelvan todos unos rebeldes.

Consejo para este tipo de padres: “el miedo no es amor”, los niños no son unos robots o un objeto hecho para cumplir sus demandas, deben aprender a ceder.


-Inconsistente:

Aquí están los padres del sí pero no, son ese tipo de padres que actúan de forma incongruente, pueden aprobar o desaprobar los mismos hechos y conductas sin una razón válida, algunas veces castigan otras no, a veces son autoritarios otras permisivos. Son tan imprevisibles que crean un verdadero caos en los hijos, que no saben que esperar o con que tipo de padre se van a topar la próxima vez.

Consejo para este tipo de padres: Hay que trabajar en la congruencia, en fijar reglas y seguirlas, en cumplir castigos y promesas. Sobre todo en el trabajo en equipo como padres.


-Permisivo:

En estos casos los padres están y no. Son los padres que no se involucran en el establecimiento de reglas, donde los hijos no tienen control ni supervisión y no suele haber castigos. (Prácticamente es tierra de nadie)

Consejo para este tipo de padres: Se necesita aprender a fijas reglas y a imponer castigos sin culpas, sabiendo que la mayor muestra de amor por los hijos es establecer límites.

-Democrático:

Esta es la forma ideal de ejercicio de poder, son padres que explican a sus hijos el porque de la existencia de las normas, que pueden llegar a negociar y a tomar decisiones conjuntas con ellos (sobre todo en el caso de los adolescentes que necesitan más independencia). En estas familias todos son co-responsables, entienden su papel dentro de la familia y son capaces de asumir sus responsabilidades.

Consejo para este tipo de padres: ¡Lo estas haciendo fantástico!


Finalmente recuerden que la forma de ejercer la autoridad se debe ir adecuando a la edad de los niños, ya que cuando son más pequeños necesitan más estructura y cuidados y cuando llegan a la adolescencia hay que renegociar algunas reglas y tener en cuenta su necesidad de independencia, aunque sí, poniéndoles límites bien claros, y como ya dije antes, es fundamental que los padres ejerzan la autoridad como equipo, apoyándose mutuamente y en caso de que detecten que no ejercen el poder de la mejor forma posible, que puedan buscar apoyo para lograr un mejor establecimiento de la autoridad.

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